Sobre la Salvación

1. Nosotros los seres humanos como raza, estamos separados de Dios (Romanos 3:23) ya que fuimos hechos pecadores en Adán.  Tenemos en nuestra naturaleza, y por lo tanto, practicamos toda clase de pecados en mayor o menor intensidad (Romanos 3:10-18), y siendo todos nosotros transgresores e infractores de la ley de Dios.  El pecado es abominable ante Dios, sumamente despreciable y repulsivo, porque es un acto de directa rebelión contra Él y su ley.

2. Dios de antemano preparó un plan de salvación para nosotros los pecadores, y llegado el tiempo, dio a su Hjo Unigénito, JESUCRISTO, para que éste, encarnándose y viviendo entre nosotros, viviera perfectamente sujeto a la Ley de Dios, nos trajera la buena noticia de salvación y vida eterna a todos los hombres, sellándola con bienes y maravillas, muriendo luego en la cruz del calvario de acuerdo al divino consejo (Hechos 2:23) y resucitando al tercer día, y pudiera así hacer todo lo requerido por el Padre para la salvación de aquellos que Dios escogió antes de la fundación del mundo.

3. La Salvación es de Dios, y nunca el hombre está habilitado o capacitado para alcanzarla, a no ser por la Gracia y Misericordia divinas (Efesios 2:1; Isaías 43:11; Salmos 3:8; Jonás 2:9).

4. Como nadie puede ser salvo por su propia voluntad (Romanos 9:16), necesita ser regenerado por el Espíritu Santo, lo que también llamamos el Nuevo Nacimiento (Juan 3:3).  Esta regeneración es la que habilita al pecador para que al recibir el llamado de DIos, éste sea eficaz en él y pueda arrepentirse y creer en el Evangelio que se le ha predicado (Romanos 10:17).  De no haber esta gracia, para el hombre es imposible tener fe, ya que ésta es un don de Dios (Efesios 2:8). Rechazamos la práctica de la oración del pecador en la forma que se utiliza en nuestros días, ya que es meramente un método humano que en muchos casos quiere reemplazar la exposición clara del verdadero Evangelio.

5. Los pecadores que, habiendo nacido de nuevo por el Espíritu Santo, creen en el Evangelio y se arrepienten, aborreciendo sus pecados, sintiendo pesar por ellos y abandonándolos, en estado de humillación y contrición, son justificados, lo que significa que JESUCRISTO les traspasa su justicia y toma sus pecados (pasados, actuales y haciendo provisión para los futuros) clavándolos en la cruz (2 Corintios 5:21).

6. Aquellos pecadores que han sido salvados por la pura gracia de Dios, han sido santificados, y pasaron de muerte a vida, lo que significa que pasaron de ser parte del mundo a ser parte de la familia de Dios.  Tienen una vida nueva en Cristo que es la evidencia de su salvación.  Fueron traspasados de la potestad de las tinieblas al Reino de su amado Hijo Jesucristo (Colosenses 1:13).  Entonces con la imprescindible asistencia del Espíritu Santo y su nueva naturaleza en Cristo, viven una vida en santificación (Colosenses 3:5), progresando en la lucha contra sus propios pecados, sus inclinaciones caídas, alcanzando victoria en forma progresiva sobre el pecado, Satanás, el mundo y la carne (Romanos 8:37) hasta que finalmente alcanzan la Gloria Eterna en los Cielos donde estarán siempre con el Señor (Romanos 2:7)